Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo
como dos desconocidos.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos
en la cueva del olvido,
y hubo tanto ruido
que al final llegó el final.
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